El día no pudo ir mejor, de esos días que puedes planear mil veces y sólo una saldrá bien, de esos días que todo parece estar escrito para convertirse en grande.
Reunión familiar después de mucho, demasiado, tiempo.
La guinda la puso mi Sevilla en el último minuto. Cuando la victoria se sabe amarga, más dulce se vuelve la victoria. Agarrado a desconocidos y a los míos en las gradas de Mestalla, rompiéndonos la voz a gritar, las palmas a aplaudir y los brazos de abrazarnos.
Tras cuatro meses de proyecto ha tocado adquirir un nuevo objetivo.
Mi fiel objetivo kitero se ha portado como un campeón y seguiré tirando de él cada vez que tenga ocasión, sobre todo cuando tenga que abrir más el campo en paisajes, pero por un tiempo mi 35mm se va a convertir en fijo hasta que empiece a sacarle un poco de jugo.
Lo de hoy no es una foto normal, más bien una pequeña prueba.
Esta es la misma escena, con los mismos tiempos de exposición e ISO, pero con la apertura al máximo en el objetivo antiguo (derecha) y en el objetivo nuevo (izquierda). Parece mentira la cantidad de luz extra que es capaz de recoger.
El nuevo juguete es un 35mm f/1.8G AF-S DX de Nikon.